domingo, 24 de enero de 2016

Los cambios...

Hay gente que busca cambios. Yo en cambio, me aferro a mis rutinas, los caminos, sabores y sonidos conocidos, como certezas para sobrellevar la vida. Y ahora todo está cambiando, aunque me resisto. Quizá poco a poco sea más fácil. Cambiar el horizonte que me llena los ojos. Tal vez por eso me aferro al amor, no a las personas. El amor por sí mismo, el que alimentamos es el que existe con los ojos y la forma necesaria, a nuestra medida. Como los pequeños hábitos que nos definen y no podemos -porque no queremos- dejar de ser.
El mundo cambia, todo cambia. Nada permanece. "Lo real es transitorio, lo que permanece es la idea" . Por eso creo que amo la idea que tengo del amor, de él.  Ese amor con ojos y cuerpo imaginado. Con nombre. Mi bello y gran amor de sonrisa que abraza en medio del silencio o de cualquier multitud. El perfecto argumento para no necesitar ningún abrazo humano y sentir aún esa incomodidad de otros brazos, otras caricias, otra mirada y evitarlas todas. Sobre todo ahora, en medio de tantos cambios, y tantas multitudes desconocidas. Mi vida está cambiando...
El frío de estos días ha traído el recuerdo de Córdoba, Argentina. Extraño sus calles, pero hay una yo que sigue habitándolas. Como en el poema. Quizá si vuelvo, pueda alguna vez encontrarme con ella, en una banca frente al río, por la costanera. Y quizá vuelva conmigo o por fin, nos despidamos.

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