miércoles, 2 de septiembre de 2020

Una llovizna


Llueve

Tal vez llueve la lluvia remanente

de hace muchos años

de cuando empezó la tierra a mojarse entre montañas

esa primera llovizna milagrosa que apagó el fuego

 

Llueve

Apenas unas gotas mojan los ventanales

Suena la lámina del techo de la casa

Golpean las gotas el cántaro desfondado en el patio

Salpican las gotas en el charco donde el gato miraba su silueta

Y asustado corre a esconderse de la lluvia

Llueve y el tiempo transcurre desde esa primera noche

Desde aquel primer día en que se fundaron las lluvias y los truenos

Llueve en ese acto extraordinario de la fundación de la tierra

Todo transcurre en un tiempo sin pausa

Y nosotros apenas somos los intersticios

entre el tiempo pasado y el presente.

 

No alcanza la conciencia

De estos días monótonos de las tibias existencias

Para entender la precisión de cada gota al caer

Sorprenden a las hormigas y a los pájaros cansados

Sorprende a la noche que se anuncia en el horizonte

Sorprende al tiempo en el desconcierto

Llenan las aguas los manantiales y los mares

Y el campo más estéril es la memoria

de  hombres y mujeres que habitan esta tierra.

martes, 19 de mayo de 2020

Así empieza una historia

Yo nací en el 75. Tres años después, en el 78, nació mi hermana menor. Se llamaba Brígida Ofelia, fue a la que pusieron el nombre de las abuelas. El año de su nacimiento hubo una epidemia de tosferina, ella falleció a los 9 meses de edad, y mi familia era tan pobre que no tenía recursos para llevarla al médico.
No supimos de que murió, o nadie nos dijo... yo lo deduje cuando a los 20 años hice un trabajo de investigación periodística sobre la epidemia que se llevó a muchos niños y niñas en Campeche...lo descubrí porque en un paseo por el cementerio había visto muchas lápidas de bebés en ese año. De mi hermana no tenemos ni lápida, porque en medio de la pobreza extrema si no tienes para comer menos para pagar lápidas o espacios para tus difuntos. Sus restos los pusieron en una fosa común que un poco después desapareció.
Yo nunca olvido el día que fuimos a llevarle flores y mi abuela buscó y buscó en el panteón y preguntó al sepulturero y le explicó que ya habían sacado los restos de todos los que estaban en la fosa común, los que no podían pagar.
Cuando crecí supe que hasta la muerte hace distinción en cómo es para los que tienen para pagar y para los que no. No, no estamos en el mismo barco. La pobreza acumulada por la desigualdad marca la vida de las personas para el resto de su existencia... les deja huesos y dientes deficientes por falta de una alimentación adecuada. Les construye un futuro de muerte por trabajar con materiales pesados o trabajos de riesgo por el exceso de calor o porque a nadie le importa cuántos ponen su vida envenenando sus cuerpos con tóxicos por llevar pan a su familia.
A nosotras, mi hermana y a mí, mi abuela nos heredó el deseo de aprender, porque siempre nos dijo que "si ella hubiera estudiado su vida sería diferente"...
No. No estamos en el mismo barco, navegamos el mismo río, unos aferrados a la vida y otros mirando desde sus propias realidades.

viernes, 24 de enero de 2020

Vivir...

Ya no tengo edad para la esperanza. Ni para el miedo... lo mío es la edad de recibir noticias de que algún conocido murió, que algún familiar mayor está enfermo... que los amigos se han enfermado y quizá mueran pronto. Es este mundo, es la juventud que se extingue, es... las pocas ganas que nos quedan de vivir en estas épocas sin esperanza, pero la resignación entera de que vivir es el último recurso de resistencia.