viernes, 10 de septiembre de 2010

La literatura como re-evolución

Argentina Casanova
Texto leído en el Encuentro de Escritores Jóvenes de MTY

Yo sé
que una vez se cae en esta pasión
y que se tiene un corazón de un peso respetable
no hay nada que hacer, don Quijote,
nada qué hacer;
hay que embestir a los molinos de viento

Nazim Hekmit, Don Quijote

No pretendo con esta intervención defender la existencia de la literatura como una forma de revolución alternativa, por principio porque creo que hay una literatura que implica desde mi concepción, la re-evolución. Louis Althuser (1976) apunta "a la función social del arte precisamente por su capacidad de interpelarnos como sujetos", sin por ello negar la existencia de otras formas, otras visiones estructuralistas que desestiman al sujeto y al momento histórico en el que se produce.
Yo me quedo con la visión que apunta a que el poema, la novela, el ensayo, el manifiesto o cualquier otro producto de la literatura, es por el solo hecho de ser un producto del lenguaje, social como la lengua misma. No nos alcanza contemplar el texto sólo como "artefacto" o "monumento", o bien entenderlo como permutación constante de otros textos, en un ensamblaje de signos lingüísticos. Creo, que si así fuera, el discurso literario no podría dialogar desde una temporalidad con otros discursos poéticos de otras personas, otras historias. "Necesitamos advertir las torsiones que sujetos históricos en culturas específicas le imprimen", sostiene Laura Scarano (2007).

martes, 10 de agosto de 2010

http://enescritoresjovenes.com.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=144&Itemid=76

Participación en el Encuentro Nacional de Escritores

miércoles, 4 de agosto de 2010

Mujer en círculo, las posibilidades de una poética femenina

Argentina Casanova

Las discusiones del canon poético se centraron durante mucho tiempo en si realmente debe hacerse poesía en la que el género de quien la escribe tenga alguna relevancia; observable en la temática del poema, el códigos estéticos y en el sujeto lírico hablante en el poema. Esta discusión, obviamente incluye determinar si las mujeres hacen poesía femenina en la que, su identidad femenina es lo característico y lo distintivo como único valor o sí está inmanente lo poético.
Estas preguntas surgen dentro de un canon patriarcal que busca encontrarse así mismo en la obra hecha por mujeres, y si no, en consecuencia se descarta la calidad estética-poética del trabajo.
Se parte de un contexto en el que el discurso histórico dominante hecho por hombres, es el que dice lo que es lo femenino, “constructor de la feminidad –en lo discursivo- con aquellas partes para los que ellos no son aptos, como la maternidad” y como ellos ven o esperan ver a la mujer.
La poética, al igual que en otras formas de expresión del pensamiento humano es considerada fuera del canon si no se ajusta a lo que dice el canon dominante que dicta los parámetros. “De la mujer y sus obras literarias, el hombre espera también el respeto y la admiración de lo que él siente, no de lo que siente la mujer”, afirma Jorge Cuesta. Si ellas deciden escapar a ese canon, él simplemente no lo reconoce con valor dentro de lo establecido por los cánones dictados por él mismo.

La poética femenina
Aclaro que no es poesía feminista, porque solo hay un tipo de poesía la buena y la que es mala, y la mala simplemente no es poesía –afirma Antonio Gamoneda-.
¿Existe pues la poética femenina? esta permite a las mujeres verse con sus propios ojos, no con los ojos masculinos, cabe hablar de una visión poética femenina, una reveladora del inconsciente femenino el cual ha sido privado de expresión y exteriorización en una sociedad patriarcal.
Aclaro que no toda la poética escrita por mujeres entra en esta categoría de “poética femenina” presente en variadas etapas de las poetas, dejándolas algunas como algo pendiente, otras pasando por ella en algún momento, o algunas más eligen hacerla su forma de expresión con los riesgos que ello conlleva.
Mujer en círculo, es un libro donde la autora Sabeli Ceballos, crea una voz lírica femenina que nos habla de sus distintos momentos y tópicos que inquietan a las mujeres en las sociedades modernas, inserta en un discurso histórico en la que se sabe cosificada y en el que su vía de contacto con el mundo real –el cuerpo- es también su discurso, y como tal matizado de lo que el cuerpo femenino es y percibe en su entorno, lo mismo es la tierra, es caja receptora, es casa y es habitación.
Cito:
yo soy la voz
el atrio de las pasiones del silencio
yo salgo de mi boca
con todos los insectos de la vida
con sus cardos marianos y sus lirios
su opio inesperado
su verde amarillando
yo soy la tierra que se proclama
en su habitante


El cuerpo es también punto de referencia en el contexto social-real.
En la realidad, las escritoras no pueden desligarse de un modelo social imperante en el que se espera que en el arte: ellas sean mujeres expresando una visión del mundo como la que él mismo tiene; es decir una repetición de la óptica masculina, la única conocida por él, aceptada y postulada en una sociedad patriarcal cuyo discurso histórico es masculino y al cual se le otorga una validez universal.
Poética femenina, no es poesía femenina porque hable de la mujer o esté escrita por mujeres, pero en lo práctico es la posibilidad de leer esos “ritos de intimidad” llamando así a ese “repertorio de gestos, fórmulas, comportamientos expresados por el cuerpo, pero que son índice de su compenetración con la cultura que lo habita”, cuerpo femenino que permite materializar su entorno con una significación distinta, en la que cobra relevancia la relación de ella a partir del cuerpo.
Cito:
no sentir
cómo nos lloran los pies sin levantarlos
cuánto lastima previa al sueño
la naftalina de adioses en la cama

cómo se puede dormir lleno de ruido
escuchando los ronquidos del silencio

En mujer en círculo, la poética entreteje una visión de la mujer de su realidad, pero a través de sus propios ojos, es un mirarse a sí misma ante el espejo con su propia mirada, no con los ojos del hombre con los cuales le enseñaron a mirar su entorno, su realidad, su historia, a ella misma, no reproduciendo los esquemas patriarcales.
No debe sorprendernos en una construcción de la estética desde lo femenino que la voz lírica de Mujer en círculo sea una especie de discurso polifónico que lo mismo sintetiza la de un yo acuñado en la primera persona que habla, hasta la de muchas otras voces femeninas que se apretujan asomándose, empujándose codo a codo.
Cito:
de las hembras inconformes y ordinarias
que insultan por las calles burdamente
con ese timbre que eriza hasta a las rocas
y no alaban -por vergüenza- los poetas

como ellas soy también:

La poética femenina, nutrida de un pensamiento y un inconsciente femenino debe construir un modelo objetivo de identidad que permita, situar a la mujer como un “sujeto histórico” no simplemente como madres ni en sus relaciones con otro (otra) sino símbolos estructurados por el lenguaje que vincule a nuestra realidad desde un pensamiento femenino.
Althusser plantea que: “la función social del arte consiste en interpelar a los hombres (mujeres) como sujetos de su historia”, es donde una poética femenina nos da pues la posibilidad de una visión desde la feminidad de cómo en este momento la poeta, construye su propia significación y estructura su pensamiento, la existencia simbólica propia reflejada en el lenguaje para nombrar el mundo que la rodea.
qué bueno que estás siempre latiendo
dispuesto tras la ventana
preparando hilo y aguja mientras me oyes
con gasas y vendas en los labios
a remendarme el ego
a curarme con íconos la herida
a mojarme de dicha y de existencia

Lo que el orden patriarcal no ve, es esa fuerza femenina para nombrar el mundo en femenino desde su experiencia personal, tratando de dar sentido a su ser y estar en el mundo.

viernes, 16 de abril de 2010

De Navegaciones

Tropico

Vivo en la zona más caliente de la tierra, cinturón del trópico
amarre de las aguas a la selva, árboles dedos que sostienen
racimos verdes preñados de nidos, ruta de navíos y de tormentas;
el día apunta a las entrañas orada horas y dobla el horizonte

Yo soy del trópico de las faldas de fuego, horizonte que hierve
cuerpo húmedo bajo la tempestad, serpiente de agua corre entre la selva
boca del infierno pintada de paraíso, Treno de la garganta del agua
Y sí:
yo soy del trópico donde se cocinan las médulas

Las palabras tienen el tufo de los mangles y la selva virgen
Ves rìos profundos, maraña de imágenes en lo profundo
persiguen tábanos detrás de las orejas, alfileres en los ojos.
Canto herido en la insolación de abril.


Invocación

La palabra se vomita, astilla, moja
es peregrina de una ciudad a otra,
de un pueblo a otro heredamos solo murmullos
en las frases que palpitan en nuestros días
se resisten a morir al filo del silencio
de las voces que las invocaron

La palabra canta en los oídos
duerme bajo las sábanas, dispuesta al que la busca
complaciente y furiosa persigue una vez que la pronuncias
dispara el fuego cuando dices rojo y quema en desierto
Si la pronuncias agua inunda la boca, corre por el tiempo
fuerza de río a tropel por los vados:
ahoga el maíz en los campos y las conciencias

Todas las palabras caben en la boca que las dicta
En la voz que lee las madrugadas, en la hoja de las civilizaciones
En el pedazo de historia en las manos sangrantes de la guerra
En el verso que retumba en los oídos con la fuerza del tiempo,
tambor de guerra

Suelta amarras, abre las velas, tira los lastres por la borda
Oye la voz de la palabra que se anida en el pensamiento
despojada desde el silencio nos mira
Todo lo nombra y lo pronuncia
el cuerpo es el campo de batalla.


Publicado en el poemario Navegaciones, Editado por la Universidad Autónoma de Campeche, 2008




miércoles, 17 de marzo de 2010

La obra desde su autor


Presentación del libro Sho shan y la Dama oscura, de Eve Gil
Habrá firma de la autora.
El costo del libro es de 190 pesos. La venta del libro estará a cargo de la librería Educal.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Presentación de Tremévolo



Tremévolo, de Adán Echeverría

Archivo Municipal de San Francisco de Campeche

19 horas del 30 de enero de 2010



“El amor a uno mismo sólo conoce una barrera

-el amor hacia los otros, el amor a los objetos.”

Sigmund Freud, Sicología de las masas y análisis del yo.



Si no fuera por el subtítulo del poemario Tremévolo, compuesto de tres libros, con la lectura de los poemas de la segunda parte sabríamos de qué se trata: Pornoversos… titulados como Estanterías dionisiacas.

Me quedo con esta segunda parte del libro para ser la que sostiene a la primera y la tercera, -desde mi apreciación como lectora- la segunda parte es la que altera, golpea el rostro con su realidad, la de una concepción decimonónica de la poesía.

Pero la poesía no solo se hace de la belleza, también en la fealdad o en lo perverso hay una estética poética, la que hay en la turbia existencia de los subyugados a sus pasiones. La pasión se ha abordado el Ars Amatoria de Ovidio, fue de invocación a Venus, a inspirar El Arte de las putas, de Nicolás Fernández de Moratín, auténtico manual sobre las prostitutas del Madrid en 1777.

Algo que se antoja más ligado a la pornografía que a la literatura, pero el tema es ¿la pornografía es literatura? Acaso cabe la pregunta, y como Adán con la intención y el gusto por el tema procuro la respuesta: varios son los matices que pueden abordarse pero en lo esencial “en griego antiguo pornografos designaba al autor que trataba sobre la prostitución: así como pornografía designaba aun género pictórico: la representación de prostituidas…”[1][1], entonces la literatura y la pornografía se ligan hasta ser una categoría de análisis y como tal está sometida a las mismas exigencias de otras categorías de la literatura.

Cumpliendo con esta premisa, es que el autor titula al segundo libro inserto en el poemario Tremévolo: Pornoversos y calumniaditas sin censura.

Así, Adán Echeverría anuncia con las palabras de Tolstoi, en un epígrafe, los linderos del poemario que va de la subyugación, el deseo, la locura, la pasión que son al mismo tiempo un dragón de varias cabezas.

No es casualidad, hay una intencionalidad latente en la voz lírica del poema cuando dice: Dejen que me inflame/que suelte mi verso amoral y nocheciente,/mi verso-dardo irreparable.

El verso no se limita, ni se reprime no le teme a lo obsceno y lo pornográfico, en presentar el amor como algo carnal, y por ende lleno de humores y olores, de fluidos y nombrando al cuerpo con sus nombres, a sus partes.

El discurso poético de Tremévolo se sostiene en estructuras gramaticales y estilísticas específicas y distintivas, desde una dimensión específica de descripción que atraviesa el poemario: la sexualización de la existencia.

No es posible una lectura ingenua de Tremévolo, al que hay que dar una lectura intencionalmente obscena para ob-tener el placer del texto no solo en el sentido de Roland Barthes, sino propiamente en el entendimiento de la retórica popular pero construido con un lenguaje poético que confirma que todo en la vida es pues sexualidad consumada en la palabra:



Cito:

Todos están ardiendo en el fuego que somos crematorio

dormitadas velas de la madrugada.

Qué mejor entierro que enterrarnos,

enterrarte el pene y el ojo básico de cada noche,



El verso no se construye con la metáfora, se sustenta en la polifonía de las palabras que usa, sugiere imágenes sexualizadas latentes en el imaginario de quien lee –o escucha-, pero también se atreve a interpretar la concepción prejuiciada de la sexualidad y la perversión con una mirada de devota fascinación.

En el texto pornográfico el cuerpo es frecuentemente castigado, espectáculo que produce placer en personas que han sufrido represión en sus actividades amorosas y sexuales, dice Gabriel Weiz en Dioses de la Peste, y en el poema esa fascinación por la violencia se sublima como un ingrediente más de la obra que aquí presentamos con versos sútiles o que se confrontan con imágenes descarnadas:



Quiero castigarte con la punta de mi lengua

rozarte con el glande sin hacer la embestida



Versos más adelante dice:



Ven a orinarme, ornitorrinco.

Ven a volverme paradigma



La poesía no es realidad pero crea una capaz de reflejar la que vivimos, y Tremévolo se inserta en una interpreta del mundo en una cultura en la que el cuerpo en una escritura masculina que describe lo femenino como objeto sexual, pero el autor se abre, se imposta en una voz femenina pero no es otra voz lírica, es la del mismo sujeto textual que habla y se enuncia se ofrece en esa concepción pornográfica de sumisión femenina, porque en el deseo construido en el imaginario popular solo lo femenino cabe a abrirse, a someterse, a ser poseída y penetrada. Y en el poema se confiesa el sujeto lírico sometido:

Qué me has dado sino el más puro dolor

purificado y rectilíneo, retardado y trovador de lunas



Porque hasta la pornografía a pesar de su papel transgresor reproduce modelos patriarcales de sumisión femenina frente a la embestida masculina, aunque el doliente obsesivo enamorado se torne abierto-femenino, sumiso sometido en el poema:



Quiero ser tu hembrecita dulce

dime si no soy buena mujercita, tú lo sabes.

Lo sabes cuando me insertas tus uñas de lodo,



El deseo es lo latente y a partir de esa emoción plantea una forma de amor humano, carnal y nos despierta furia con su obscenidad que nos estrella en la palabra; el recurso de la repetición busca y alcanza exasperar, alterar y enfatizar. En una concepción perversa del deseo:



Cito:

¿Quieres que te mire coger? Déjame sodomizarte

Clávame ese bastón de aluminio que te he regalado



Pero también es una forma de pulsión latente en estos días en esa concepción de lo placentero de la actualidad; Renata Salecl, plantea en Perversiones de amor y de odio que la pulsión obtiene siempre satisfacción, mientras que el deseo siempre permanece insatisfecho.



Cito:

Los espero en este punto,

en este pedazo de vértebra

en que no dejo de presentirme lobo,

quimera equidistante que nada justifica

ni el amor, ni la muerte que llevo acá en la espalda.



En última instancia, la pulsión es siempre la pulsión de muerte –sostiene Salecl-, la fuerza destructiva que socava sin piedad y sin fin los puntos de apoyo que el sujeto ha encontrado en el universo simbólico.

Entonces no extraña que en el poemario la muerte sea un ritual sensual de sublimación.

Cito:

Vamos a matarnos todos juntos

a brindarnos al suicidio colectivo



El poemario no es ni moral ni aleccionador, es amoral porque se presenta sin temor de lo que despierta, es una fotografía de una forma de intimidad humana que las más de las veces nos negamos a aceptar en lo público aunque en lo cotidiano palpamos su existencia, con toda su violencia y la fealdad de lo perverso que se entraña en formas de amar que la sociedad hoy prefiere etiquetar como decadente aunque es lo que se vive en este tiempo.

Por momentos, el verso es una película que transcurre en nuestros ojos, con la referencia de las imágenes de filmes pornográficos, la sublime fantasía elucubrada en lo profundo o como la pesadilla de ser la víctima de un ataque; pero capaz de construirse como imagen escupiéndonos en la moral que nos obliga a esconder la confesión del placer o la compresión de las imágenes poética si se hace en una lectura hipócrita evasora.

Algo hay siempre de grotesco en la pornografía como nos cuesta confesarnos humanos, comunes y ordinarios,

Y si el epígrafe Freudiano lo hallan fuera de contexto, vale decir que el amor es también el deseo del otro, una insatisfacción perpetua por nunca poseerlo del todo.



El discurso poético de Tremévolo es globalmente coherente, con una primera parte llamada Anatomía distante y sin retornos que no es ociosa, es la metáfora del tiempo del deseo el enamoramiento que se torna obsesión y empieza a agobiar, con imágenes que se confrontan y nos guía a una poesía de lo que se habla, se vive, se escribe y se hace en la realidad de las personas, de esos posibles lectores, del sujeto lírico que habla en el poema y posiblemente del autor.

Cito:

¿Buscarte? Todos te buscan,

¿Quién te encontrará en el resorte de las camas?,

¿o eres tú buscándolos?

¿Para que otros rostros para qué otros nombres?

¿Mi orgasmo no te basta?





Una tercera parte donde el yo lírico se imposta en la hipocresía de amorosas confesiones.

Donde la nostalgia se teje como una forma también de sentir deseo, de consumar la pasión por la “ella” distante, una vuelta al discurso amoroso después de las probadas perversiones que le anteceden al mismo objeto del deseo porque después de todo también esas son formas del amor.



Y termino citando a Tremévolo:



Hemos herido tanto, hemos sangrado poco,

lamiéndonos, paladeándonos como las hienas

hiriendo el cenit de alumbre en que nos alumbramos.



Argentina Casanova, Campeche, Camp.












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[1][1] La literatura pornográfica, Maingueneau, Dominique, Edición Nueva Visión, Buenos Aires 2008.