miércoles, 29 de enero de 2014

Muerte en el olvido/Angel González


Y la muerte no tendrá señorío/Dylan Thomas

Dylan Thomas 
Y la muerte no tendrá señorío

Y la muerte no tendrá señorío.
Desnudos los muertos se habrán confundido
con el hombre del viento y la luna poniente;
cuando sus huesos estén roídos y sean polvo los limpios,
tendrán estrellas a sus codos y a sus pies;
aunque se vuelvan locos serán cuerdos,
aunque se hundan en el mar saldrán de nuevo,
aunque los amantes se pierdan quedará el amor;
y la muerte no tendrá señorío.

Y la muerte no tendrá señorío.
Bajo las ondulaciones del mar
los que yacen tendidos no moriran aterrados;
retorciéndose en el potro cuando los nervios ceden,
amarrados a una rueda, aún no se romperán;
la fe en sus manos se partirá en dos,
y los penetrarán los daños unicornes;
rotos todos los cabos ya no crujirán más;
y la muerte no tendrá señorío.

Y la muerte no tendrá señorío.
Aunque las gaviotas no griten más en su oído
ni las olas estallen ruidosas en las costas;
aunque no broten flores donde antes brotaron ni levanten
ya más la cabeza al golpe de la lluvia;
aunque estén locos y muertos como clavos,
las cabezas de los cadaveres martillearan margaritas;
estallarán al sol hasta que el sol estalle,
y la muerte no tendrá señorío. 
"


sábado, 25 de enero de 2014

Elogio de la lejanía/Paul Celan


Elogio de la lejanía/Paul Celán

En la fuente de tus ojos
viven las redes de los pescadores de la mar del extravío.
En la fuente de tus ojos
el mar cumple su promesa.
Aquí arrojo yo,
un corazón que se detuvo entre los hombres,
mi ropa y el esplendor de un juramento:
Más negro en lo negro, más desnudo voy.
Sólo infidente soy fiel.
Yo soy tú si yo soy yo.
En la fuente de tus ojos
desvarar suelo y sueño un rapto.
Una red prendió una red:
nos separamos enlazados.
En la fuente de tus ojos
un ahorcado estrangula la soga.

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999

domingo, 19 de enero de 2014

Una propuesta de lectura de obra de Argentina Casanova





The American Poems: el lenguaje renaciente de Iván Figueroa


Argentina Casanova

La piedra esculpida por el poeta

The American Poems poemario ganador de los Juegos Florales de San Román, en el estado de Campeche en su edición 2006  (un Premio que cobra renombre desde el Sureste hacia todo el país), es un trabajo poético en el que se advierte una propuesta estética en la forma, pero también en la temática. 

El poema se aborda desde la palabra cotidiana, en una mezcla en hay un de una lengua viva, síntesis de la retórica del hablar urbano-desértico de la zona Norte de México. Ivan Figueroa, joven escritor de la frontera plantea formalmente la propuesta estilística que surge del trabajo minucioso del poeta con la palabra: hacerla pues una piedra en la que esculpe el verso como el viento forja la roca. El Grand Canyon.

Tremévolo, de Adán Echeverría




Argentina Casanova

“El amor a uno mismo sólo conoce una barrera
-el amor hacia los otros, el amor a los objetos.”
Sigmund Freud, Sicología de las masas y análisis del yo.

Si no fuera por el subtítulo del poemario Tremévolo, compuesto de tres libros, con la lectura de los poemas de la segunda parte sabríamos de qué se trata: Pornoversos… titulados metafóricamente como Estanterías dionisiacas.
Me quedo con esta segunda parte del libro para ser la que sostiene a la primera y la tercera, -desde mi apreciación como lectora- la segunda parte es la que altera,  golpea el rostro con su realidad, la de una concepción decimonónica de la poesía.
Pero la poesía no solo se hace de la belleza, también en la fealdad o en lo perverso hay una estética poética, la que hay en la turbia existencia de los subyugados a sus pasiones. La pasión se ha abordado el Ars Amatoria de Ovidio, fue de invocación a Venus, a inspirar El Arte de las putas, de Nicolás Fernández de Moratín, auténtico manual sobre las prostitutas del Madrid en 1777.
Bufo/Wislawa Szymborska
(Para mi bello)

Pasará primero nuestro amor
más tarde cien años, y doscientos
más tarde volveremos a estar juntos:

comediantes, él y ella,
los predilectos del público,
nos llevarán a escena.

Una farsa: algún cumplé,
baile, un poco, muchas risas,
un agudo cuadro de costumbres
y aplausos.

Estarás más que gracioso
en esa escena, con tus celos
tu corbata.

Mi cabeza vuelta atrás, 
mi corazón, mi corona, 
un corazón bobo que se rompe
y una corona que se cae.

Pasaremos a encontrarnos, 
separarnos -carcajadas en la sala-,
inventarnos
mil y un cuentos como excusa.

Y por si tuviéramos pocos 
sufrimientos y desgracias, 
nos daremos la puntilla con palabras.

Y después saludaremos 
y ya está.
Todo el mundo irá a dormir
medio muerto de risa.

Ellos seguirán su feliz vida,
ellos el amor irán domando,
y comerá de su mano el feroz monstruo.

Y nosotros, siempre más o menos, 
y nosotros con gorritos, campanillas,
y en su ruido animalmente 
concentrados. 

domingo, 5 de enero de 2014

Espantapájaros 19/ Oliverio Girondo

Los poemas seleccionados para cantarle a un amor

¿Que las poleas ya no se contentan con devorar millares y millares de dedos meñiques? ¿Que las máquinas de coser amenazan zurcirnos hasta los menores intersticios? ¿Que la depravación de las esferas terminará por degradar a la geometría? Es bastante intranquilizador —sin duda alguna— comprobar que no existe ni una hectárea sobre la superficie de la tierra que no encubra cuatro docenas de cadáveres; pero de allí a considerarse una simple carnaza de microbios... a no concebir otra aspiración que la de recibirse de calavera... Lo cotidiano podrá ser una manifestación modesta de lo absurdo, pero aunque Dios —reencarnado en algún sacamuelas— nos obligara a localizar todas nuestras esperanzas en los escarbadientes, la vida no dejaría de ser, por eso, una verdadera maravilla. ¿Qué nos importa que los cadáveres se descompongan con mucha más facilidad que los automóviles? ¿Qué nos importa que familias enteras —¡llenas de señoritas!— fallezcan por su excesivo amor a los hongos silvestres?... El solo hecho de poseer un hígado y dos riñones ¿no justificaría que nos pasáramos los días aplaudiendo a la vida y a nosotros mismos? ¿Y no basta con abrir los ojos y mirar, para convencerse que la realidad es, en realidad, el más auténtico de los milagros? Cuando se tienen los nervios bien templados, el espectáculo más insignificante —una mujer que se detiene, un perro que husmea una pared— resulta algo tan inefable... es tal el cúmulo de coincidencias, de circunstancias que se requieren —por ejemplo— para que dos moscas aterricen y se reproduzcan sobre una calva, que se necesita una impermeabilidad de cocodrilo para no sufrir, al comprobarlo, un verdadero síncope de admiración. De ahí ese amor, esa gratitud enorme que siento por la vida, esas ganas de lamerla constantemente, esos ímpetus de prosternación ante cualquier cosa... ante las estatuas ecuestres, ante los tachos de basura... De ahí ese optimismo de pelota de goma que me hace reír, a carcajadas, del esqueleto de las bicicletas, de los ataques al hígado de los limones; esa alegría que me incita a rebotar en todas las fachadas, en todas las ideas, a salir corriendo —desnudo!— por los alrededores para hacerles cosquillas a los gasómetros... a los cementerios.... Días, semanas enteras, en que no logra intranquilizarme ni la sospecha de que a las mujeres les pueda nacer un taxímetro entre los senos. Momentos de tal fervor, de tal entusiasmo, que me lo encuentro a Dios en todas partes, al doblar las esquinas, en los cajones de las mesas de luz, entre las hojas de los libros y en que, a pesar de los esfuerzos que hago por contenerme, tengo que arrodillarme en medio de la calle, para gritar con una voz virgen y ancestral: “¡Viva el esperma... aunque yo perezca!” Oliverio Girondo Espantapájaros 19