lunes, 18 de enero de 2016

Decir adiós...

¿Realmente queremos despedirnos?

Cuando estemos listas.
Enamorarse del amor tiene sus inconvenientes, es darle cuerpo, imagen y nombre. Un nombre que revolotea alrededor en todas partes y en todos los rostros y voces.
No es necesario ni justo que ese amor sea correspondido. Suficiente gozo es con haberlo conocido, así intenso, pleno, infinito. Sorprendente.
¿Quién gana o quién pierde? ¿Que no es esa la primera deconstrucción del patriarcado? Saber que no pierde quien ama, quien se quebranta y recoge sus partes una a una para reinventarse de nuevo.
Qué importa la lógica, qué importa el silencio si no hay voz que pueda romper el eco de la voz que aún se recuerda.
¿Dónde estás?
Polvo serán mas polvo enamorado es más que un verso, es la razón de encontrar que en el amor existe la única razón para vivir, aunque ese amor exista en el recueerdo de una vida paralela, en sueños, en recuerdos, en anhelos.
No es tiempo de decir adiós, porque no quiero y porque mi amor es mío y yo elijo tenerle.
Aunque enfrente esté el silencio del mar oscuro, toda la oscuridad del mar en su mirada, esos pájaros negros que escaparon de sus manos y anidaron en mi corazón.


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