martes, 9 de febrero de 2016

La disciplina y el amor

Yo podría enamorarme como estoy enamorada, de un hombre con disciplina. Lo pensé hoy al ver trabajar al obrero que arregló la llanta del auto. Es sencillo pero preciso en su trabajo. Lo que más me gustó es esa parte de revisar que su trabajo esté bien hecho. Me di cuenta que esa es la mejor parte del trabajo que hacen. Todos ellos lo hacen y me dice mucho de cómo las demás personas deberían de hacer su trabajo. No confiar que hemos hecho algo bien, más bien dudar y corroborar que se hizo bien. Probar y revisar.
La tarea es sencilla pero precisa.
Desmontar la llanta, revisar el lugar de la pinchadura, parcharla, volver a montar la llanta y rectificar, revisar que el trabajo esté bien hecho. Ojalá todos fuéramos por la vida planteándonos esa lógica, de que podríamos haber hecho mal las cosas y rectificar.
Aun cuando fuera innecesario, aun cuando el trabajo sea mecánico y aparentemente sencillo.
Aun cuando creamos que nuestros actos fueron bien hechos, desconfiar, dudar de que hemos cometido un error y evitarle a alguien más el daño de esos errores.
La simpleza de rectificar.
Lo pienso mientras escucho a la hermosa Violeta, me he reconciliado con ella. Ya no la culpo de presentármelo, de enseñarme a amar al hombre que me presentó una noche.
Esta noche de noticias tristes y esperanzas. Esta noche en la que suman un asesinato más de una mujer periodista en Veracruz. Esta noche de cansancio para hacer cosas mejores... esta noche que también le doy las buenas noches y pedir por el amor en las oraciones.

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