lunes, 20 de junio de 2016

Ahogarnos...

Estoy convencida que el Sistema que ha promovido el odio contra las mujeres, el mismo sistema que promovió el odio contra las personas de piel oscura, las que eran diferentes, ese mismo sistema es el que hoy día se traduce en creencias, ideas y actos que llenan todo de una emoción vacía, trivial izando los sentimientos, disolviéndolos, haciendo light la amistad, la fraternidad, la solidaridad traducida en un like, el lamento del conflicto sin la acción, se traduce en banal izar los actos más inhumanos hasta hacernos sentir que eso es lo humano. En ese juego moderno de enajenación las redes juegan un papel de suma de emociones vacías y nos conducen a una etapa de transición entre el "odio" hacia la indiferencia y peor aún al "homo y mujer videns", distante, aislado detrás de su monitor, lejano y poco dispuesto a involucrarse. Hoy la gente, los hombres y las mujeres no quieren amar, tienen miedo a entregarse, desconfían, se justifican, esperan y demandan la perfección idealizada en la imagen, se desenamoran, no se construyen lazos y vínculos sólidos, y todo se trata de estar solos, de defender la individualidad a toda costa, la "independencia", la "autonomía", no "sentirse controlados" sino controlar, tener el control en la "relación". El amor dejó de ser amor y se convirtió en una lucha de poderes, engaños y simulaciones de quién controla a quién, quién ama menos para no sentirse o saberse subyugado dentro de esa construcción del amor como "debilidad" Y a cambio emocionalizamos todo para llenar el vacío. El sistema construye así el mecanismo de control más eficiente, destruir los lazos, los vínculos sólidos que históricamente han afrontado al sistema. No, no es casual que en medio de las luchas, las guerras, las revoluciones y todas las resistencias sea el amor la más grande arma de las resistencias. Es el amor al hijo, al pueblo, el amor y la amistad, la camaradería, la posibilidad del amor al prójimo lo que nos lleva a marchar, a protestar, a salir y abandonar la cómoda indiferencia ocultas detrás de la computadora en un "activismo de emocionalidad" sin realmente involucrarnos, poner el cuerpo. No, no es casual que en el Camino Lento, poema de Marge Piercy diga: "¿Qué pueden hacerte? Lo que ellos quieran... Pueden reventarte, pueden tomar tu niño, emparedar a tu amante...¿cómo puedes pararlos? Puedes negarte pero todo se te vendrá encima. Pero dos personas peleando hombro a hombro pueden esquivar una mafia... Dos personas pueden mantenerse sanas, brindándose apoyo, convicción, amor, masajes, esperanza, sexo."
Por eso la canción de Amparo Ochoa, Para amar en los tiempos de guerra, por eso el poema de M. Benedetti Defender la alegría. Porque la verdadera lucha y resistencia es amar, porque están intentando quitarnos el amor mediante discursos de miedo y de individualidad, porque sólo así la humanidad está condenada al automatismo imbécil.

...
Ahogarnos en la individualidad. Abandonar el ser y habitar como entes que trabajan. El trabajo purifica me repito para justificar mi poco deseo de vivir, de salir, de convivir con personas. 
Evado la vida con el vivir por el trabajo, el sueño de un trabajo que lleva y me une a lo que amado, al amado, al camarada y amigo.
Y aquí estoy, enferma de lo mismo, de una imposibilidad de amar, de darme, y transitar en el miedo a la realidad porque afuera todos están olvidando lo que es el amor, porque eso suponen los hace fuertes, los hace mejores. El que ama se humilla, la que ama se vulnera, se quiebra, frente a un otro que puede quebrarle y subyugarle y amar es el sinónimo del estado más oprobioso para quien lucha por ser fuerte.
Pero yo, me he quebrado y vulnerado una y otra vez por decir que amaba. Por eso defiendo la alegría, la esperanza, el sueño del amor.



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