miércoles, 20 de diciembre de 2017

De estos días...

Hay cosas que, si no las escribes, terminan por ahogar…
Escribir cuando ya no se puede hablar… escribir para escucharse a sí misma en medio del ruido de las multitudes que hablan de todo para terminar hablando de nada.
Las alternatividades como engañosas válvulas de escape. Justificar que se hace desde una impostura del hago algo.
La disidencia que no tiene el propósito de transformar ni de hacer conciencia ni de cambiar nada solo de lavar conciencias.
No es un pesimismo natural sino resultado de “los desiertos” que habitamos en la conciencia de que todo es nada. Que ninguna discusión vale la pena ni ninguna pena vale ninguna discusión.
El mundo se deshabita por nosotros mismos. O nosotras. Da igual pero solo es posible entenderlo cuando transitas los desiertos interiores. Cuando nos despojan de todo sin perder nada.
Ni siquiera es menester escribir con un aparente orden. Nada de lo que aparenta tener sentido lo tiene y que lo tenga, es garantía de nada. Tampoco es una nadidad gratuita ni facilona como la que harta estos tiempos de quien lo niega todo para ir hacia ningún lado por la pura pereza.
Pero, ¿qué sentido tiene todo cuando la vida misma es tan frágil? Y todo de-pende de la frágil condición humana.
De pronto… todo me da pereza. Pero es una pereza que empezó hace tiempo. Quizá sea habitar este país de entambados-degollados-desmembrados-asesinados-fragmentados y ausencias que lo borran todo. Hasta el ser, la capacidad de ser nombradas.
Incluso una discusión sobre una bolsa de plástico y mis tontos argumentos compulsivos de no usar plástico para que haya un mundo para sus hijos… no me importan sus hijos ni el mundo solo no puedo con la idea de generar plástico como quien caga demasiado.
Abulia.
Llegó el tiempo en el que incluso los puntos, las comas, los espacios. Todo pierde sentido porque es una invención arbitraria de lo humanamente presuntuoso
Un vacío.
El hambre en el mundo. Los tristes pesos de los que tienen pesos y la tristeza destemplada de quien no posee nada y de quien sabe que nada se posee.
Acaso es relevante. La ritualización banal de lo humano porque solo los humanos le damos sentido a nuestra invención más fútil.
¿Qué es lo trascendente?
Tu nombre es otra arbitrariedad  no significas tu nombre, no te relaciona, no te simboliza no te.
Los saltos.
La digresión aquí estás frente a mí, incapaz de hablarme porque no me ves porque estás fuera de ti aunque en ti… porque no sabes ser algo diferente a lo que tienes y donde cabes en ese tú que es cuerpo, aunque también eres ausencia.
Más ausencia si lo piensas bien. Estás ausente de muchas partes y de mucha gente. Solo puedes estar en un lugar y tu ausencia lo habita todo.
Todos creemos que somos excepcionales. Quizá un poco, solo un poco. Qué cansado puede llegar a sentirse después de un tiempo así. Un tiempo sin fecha sin miedo sin asideros y soltando.


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