sábado, 5 de diciembre de 2015

Prologar la vida/ Prólogo al libro Perjura Mujer, de Carmen Saavedra.



Argentina Casanova

La vida está llena de momentos, simples, sencillos, cotidianos, de esos de los que las personas dicen se llenan de hastío y de abrumadora llanez. Es a esos días, a esos instantes a los que Carmen Saavedra hace un poemario. La cotidiana existencia llena de poesía en este libro que ha titulado como Perjura Mujer, una obra que se complementa con otros dos libros y que se reúne como una propuesta fresca y sincera.

Si algo puede ofrecer una o un poeta en estos tiempos es su sinceridad, en la discusión entre el canon y la forma que busca ser premiada, la sinceridad suele ser el elemento valioso de toda obra poética, cada vez más escasa. Todo se escribe en la expectativa de la pretensión de algo, existir para trascender más que para existir.
En eso radica la belleza de este libro que reúne poemas escritos a lo largo de los últimos meses y quizá años de una mujer cuya vida forma parte de la obra poética que aquí se presenta, ¿y es que acaso hay otra forma de vivir la poesía?
Y soy la de los mil rostros
el monstruo, la medusa, la recién nacida,
me duele el miedo en la casa del corazón.

El libro está hecho de lo que nombramos en la vida diaria, las preocupaciones, los sinsabores y hasta los objetos con los que convivimos. Testimonia la sutil sinceridad de lo femenino, de las preocupaciones, sin artilugios complicados en una construcción llana que sugiere un diálogo íntimo con la autora en el que nos lleva a sus espacios cotidianos, la casa, el trabajo, la calle, las miradas íntimas de todo lo que habita.
Cada poema está escrito sin más pretensión que enunciar lo poético de lo sencillo, una sinceridad que se agradece, más allá de la retórica y la filigrana que abunda en el canon que alienta la pretensión y la aspiración a la trascendencia en cada verso.
La obra de Carmen, es por mucho un espacio cotidiano que erige con palabras una realidad, un mundo poético en el que lo humano, lo femenino, la duda y todas las incertidumbres nutren, son las palabras que se atreven a ser nombradas, y por tanto al que podemos aproximarnos con la tranquilidad de que a cada palabra encontraremos una confidencia, una preocupación y una respuesta de cómo encarar esta vida que a veces abruma.
Hay optimismo, hay esperanza, no lamentos, y en eso también hay una perennidad honesta que identifica a cualquiera con quien lee, la intertextualidad es con la vida de cualquier mujer que se ensimisma en su entusiasmo por aligerar la vida, por llenar las habitaciones de su existencia de flores imposibles. Hay concincia, no es inocente, y se evidencia esa noción de lo que se busca:

Esto no es poesía

Buscar la aprobación de invisibles aliados
tiene algo de tristeza de jubilado
de júbilo de los tristes

Hay la conciencia de que la poesía en medio de todo es la sobrevivencia de ese espíritu alegre, nostálgico y que sonríe en la grisura de lo cotidiano al que las mujeres terminan por sobrevivir como un acto heroico.

Existe tanta letra
tanta canción, tanto libro
que deberían avergonzarse mis palabras
por querer preñar la piel blanca de esta página

Y Carmen nos comparte, nos permite aproximarnos en este hermoso libro en el que nos encontramos si nos atrevemos a leerlo desnudas, desnudos de toda impostura pretenciosa, para atrevernos a reconocernos en las palabras cotidianas.

Argentina Casanova, 2015.

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