miércoles, 18 de mayo de 2016

Volver a escribir...

Abres tu mano y todo se ha borrado. No. No es cierto. Quedan las cenizas siempre. Siempre pero la diferencia la hace la sonrisa. La forma como eliges recordar, a quien eliges guardar en la memoria.
Es tiempo, te repites. Es tiempo, ya era tiempo hace tiempo. Pero aunque te lo dijeras mil veces el tiempo llega a su tiempo.
Entonces piensas que es mejor recordar la noche, la única larga y eterna noche de poemas confesados. De encontrar un espíritu en el mundo, de saber que era él en algún tiempo, que lo fue, y que quizá su última noche de vida, de existir como tal y como fue, fue esa y te la obsequió.
Me gusta pensarlo así, que esa noche ambos nacimos y morimos. Que la que vive hoy es otra y la que ha decidido seguir adelante, caminar, andar, o desanudar las velas y atreverse a ir mar adentro, ella es más fuerte, ella es la que siempre quise ser y hoy está ahí.
Pero aún ella elige voltear y mirar hacia atrás y despedirse. Decirle adiós con una sonrisa, con un "te amé más de lo que debía" y hoy por fin puedo irme de esta isla que me estaba enfermando. De este planeta inhóspito que me estaba matando.
...
Todavía recuerdo el sueño. Estaba vestida de novia, con un hermoso traje y al mirarme frente al espejo supe que no podía seguir, no podía continuar ese ritual de amor si amaba a otro, si lo amaba a él, y empezaba a romper el vestido que quemaba la piel... elegía seguir, permanecer mientras lo amara.
Y el amor es infinito pero el deseo de la vida lo es más.
...
Están brotando los poemas, aunque no tenía manos, aunque no tenía ojos, aunque no tenía pies para andar por el mundo, han empezado a nacer porque amar es lo que queda en medio de la locura, en medio del silencio y en medio de la desolación de este tiempo, de este mundo.



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