jueves, 7 de abril de 2016

Aunque no existas te amaré...


"Anoche soñé con mi papá... lo vi que estaba asando carne, y junto a él había un hombre, pero tenía los pies como la piel de las patas de los gallos... hacía tiempo que no soñaba con él, con mi papá...", es mi abuela contándome sus sueños. Le acaricio la espalda mientras la escucho, la visito en medio de su alegría de saber que aún vuelvo a verla. Yo le cuento que sé que ha estado pensando en mí:
-Soñé con usted, no se preocupe por mí, yo estoy bien, le vengo a ver porque viajo y voy a tardar en volver a verle -le digo.
La dejo ahí, delgada, pequeñita, con su cabello cenizo, con sus pies alejándose, a cada paso de su infancia, de su juventud.
Su enfermedad, hace dos años, me llevó a pensar no solo en la muerte, sino en la enfermedad, el resquebrajamiento de lo que creemos ser, la autonomía que luchamos por construir toda la vida. El temor de perder su pierna por la diabetes, la llevó a encerrarse casi un año y no salir temerosa de golpearse con algo.
La he visto irse haciendo pequeña, la veo cada vez más delgadita, como desapareciendo, alejándose, despidiéndose poco a poco de la vida. Su vejez me llevó a pensar en la mía. A mirar mi propia vida como un camino hacia la muerte.
Pensé, que cuando ella se vaya, será solo un recuerdo para algunos y la memoria de ella se extinguirá cuando yo no esté. Quizá alguien lea algún día el poemario dedicado para la oscuridad en sus ojos. Para Ofelia, a quien me une la vida, la sangre y la muerte.
Pienso en la memoria de nuestros ancestros, viva en nosotras, mientras estamos vivas. En esa cadena de sueños que nos traen otros días, otros momentos como la infancia. Sé de su abuela, por las historias-recuerdos de su infancia, sé que murió levantando una palangana de agua que tiraría al río después de ayudar toda la noche en un parto, era comadrona.
De mi abuela, recuerdo mi cuerpo pequeño durmiendo sobre su pecho, oyendo su corazón las canciones con las que me arrullaba. Recuerdo sus manos oscuras tejiendo trenzas en mi cabello, sus manos olorosas a pan, a pollo deshebrado y a mantequilla, a comida que traía escondida en su bolsa para -como las lobas que arrastran un pedazo de carne a la guarida- dárnoslo a mi hermana y a mí.
Ella está aún viva y ya la extraño. A  la que fue, pero abrazo a la que permanece en mi recuerdo. El amor es eso.
Aunque a quien amemos ya no está, estamos nosotros para amarle y darle vida y presencia con nuestros recuerdos y el sentido de nuestra vida. Vivimos así la prolongación de nuestras vidas en quienes amamos.
Pienso en la canción que dice: "será que vives en mis sueños, será que nunca te vi, será tal vez que no estás hecha para mí, pero te siento en mi dolor...las cosas buenas que seré, serán contigo compartidas... hasta el final de mi existencia sin dudar te buscaré, será una hermosa recompensa te esperaré"....
Y pienso en él, el amor, su sonrisa y su mirada "te imaginé y aunque no existas te amaré"... y todo le da sentido a vivir sin prisa y a seguir amando a quien no está...
Hermosa canción, hermoso pensamiento y me hizo pensar en cuántas veces pensé en él, así... aunque el que conocí ya no exista, yo lo amaré...



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