Nuestros cuerpos, todavía jóvenes
bajo la grabada ansiedad de nuestros
rostros, e inocentemente más expresivos que rostros: pezones, ombligo y vello púbico hacen de todos modos una especie de rostro: o considerando las sombras redondeadas en pecho, nalga, cojones lo regordete de mi vientre, el hueco de tu ingle, como una constelación, cómo se inclina desde la tierra hasta el amanecer en un gesto de juego y sabia compasión nada como esto viene a darse en ojos o pensativas bocas. Amo la línea o surco que desciende por mi cuerpo del esternón a la cintura. Habla de anhelo, de distancia. Tu larga espalda, color de arena y configuración de huesos, dice lo que a la puesta del sol dice el cielo casi blanco sobre un profundo bosque al que vuelve una manada de cornejas. |
martes, 1 de mayo de 2018
Nuestros cuerpos/Denise Levertov
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