Ahí en el brillo de sus ojos se dibuja el jardín secreto donde florecen jazmines y la llovizna se acompaña de un breve relámpago, escondite para mis noches insomnes. Ahí levantamos un muro que nos separa de la oscura existencia, donde nuestras manos hablan un idioma inventado hace mil años, en la quietud del murmullo de canto de pájaros que graznan en silencio, acostumbrados a callar en la ciudad que transforma todo, escapo a la ciudad y a la gente temerosa, huyo de su miedo infrahumano al contacto y la palabra. Encuentro en la sonrisa, el pozo que alimenta el cauce de un río de aguas cristalinas, río transparente de cauce llano, y ya no importa el silencio hipócrita de la ciudad, ya no atemoriza la oscuridad que devora.
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