NELLIE
CAMPOBELLO
(Durango,
1909-1986)
Junto a Chihuahua, en X estación, un gran campamento
villista. Todo está quieto y Nacha llora.
Estaba enamorada de un muchacho coronel de apellido Gallardo, de
Durango. Ella era coronela y usaba una pistola y tenía trenzas. Había estado
llorando al recibir consejos de una vieja. Se puso en su tienda a limpiar su
pistola, estaba muy entretenida cuando se le salió un tiro.
En
otra tienda estaba sentado Gallardo junto a una mesa; platicaba con una mujer;
el balazo que se le salió a Nacha en su tienda lo recibió Gallardo en la cabeza
y cayó muerto.
-
Han matado a Gallardito, mi General.
Villa dijo despavorido:
-
Fusílenlo
-
Fue una mujer, General.
-
Fusílenla.
-
Nacha Ceniceros
-
Fusílenla
Lloró al amado, se puso los
brazos sobre la cara, se le quedaron las trenzas negras colgando y recibió la
descarga.
Hacía una bella figura,
imborrable para todos los que vieron el fusilamiento.
Hoy existe un hormiguero en
donde dicen que está enterrada.
Esta fue la versión que durante
mucho tiempo prevaleció en aquellas regiones del Norte. La verdad se vino a
saber años después. Nacha Ceniceros vivía. Había vuelto a su casa de Catarinas,
seguramente desengañada de la actitud de los pocos que pretendieron repartirse
los triunfos de la mayoría.
Nacha Ceniceros domaba
potros y montaba a caballo mejor que muchos hombres; era lo que se dice una
muchacha del campo, pero al estilo de la sierra, podía realizar con destreza
increíble todo lo que un hombre puede hacer con su fuerza varonil. Se fue a la
revolución porque los esbirros de don Porfirio Díaz le habían asesinado a su
padre. Pudo haberse casado con uno de los más prominentes jefes villistas, pudo
haber sido de las mujeres famosas de la revolución, pero Nacha Ceniceros se
volvió tranquilamente a su hogar desecho y se puso a rehacer los muros y tapar
las claraboyas de donde habían salido miles de balas contra los carrancistas
asesinos.
La red de mentiras que
contra el general Villa difundieron los
simuladores, los grupos de la calumnia organizada, los creadores de la leyenda
negra, irá cayendo como tendrá que caer las estatuas de bronce que se han
levantado con los dineros avanzados.
Ahora digo, y lo digo con la
voz del que ha podido destejer una mentira.
¡Viva Nacha Ceniceros, Coronela
de la revolución!
[Mis
libros]
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