Ahí en el brillo de sus ojos se dibuja el jardín secreto donde florecen jazmines y la llovizna se acompaña de un breve relámpago, escondite para mis noches insomnes. Ahí levantamos un muro que nos separa de la oscura existencia, donde nuestras manos hablan un idioma inventado hace mil años, en la quietud del murmullo de canto de pájaros que graznan en silencio, acostumbrados a callar en la ciudad que transforma todo, escapo a la ciudad y a la gente temerosa, huyo de su miedo infrahumano al contacto y la palabra. Encuentro en la sonrisa, el pozo que alimenta el cauce de un río de aguas cristalinas, río transparente de cauce llano, y ya no importa el silencio hipócrita de la ciudad, ya no atemoriza la oscuridad que devora.
jueves, 24 de mayo de 2018
En la noche...
En la noche, cuando la ciudad se hace más oscura, cuando más gente devora, cuando más silenciosa acalla todas las voces, yo me refugio en la sonrisa a la que escapo de la ciudad; urbe que carcome los huesos hasta el nervio, metrópoli de paredes cobardes e inhumanas, de silencio que asfixia como nudo en la garganta.
domingo, 6 de mayo de 2018
martes, 1 de mayo de 2018
Nuestros cuerpos/Denise Levertov
Nuestros cuerpos, todavía jóvenes
bajo la grabada ansiedad de nuestros
rostros, e inocentemente más expresivos que rostros: pezones, ombligo y vello púbico hacen de todos modos una especie de rostro: o considerando las sombras redondeadas en pecho, nalga, cojones lo regordete de mi vientre, el hueco de tu ingle, como una constelación, cómo se inclina desde la tierra hasta el amanecer en un gesto de juego y sabia compasión nada como esto viene a darse en ojos o pensativas bocas. Amo la línea o surco que desciende por mi cuerpo del esternón a la cintura. Habla de anhelo, de distancia. Tu larga espalda, color de arena y configuración de huesos, dice lo que a la puesta del sol dice el cielo casi blanco sobre un profundo bosque al que vuelve una manada de cornejas. |
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