todos creemos
merecer las lágrimas
todos nos
arrogamos el derecho a llorar nuestras penas
nuestra pena y
nuestro dolor como el único
el más grande
quizá el menos
vergonzoso
Y yo siento vergüenza
rabia también
pero vergüenza
frente a la mujer
que seca sus ojos
cuando le
preguntan por el esposo desaparecido
cuando lo nombra
cuando lo abraza
hablando de él en presente
Yo pienso en la
tristeza que me carcome día a día
en mis muertas
en mis miedos
en mis
fragilidades
Este frío es más
frío
me humillo
siento que mi
tristeza es
definitivamente
la más estúpida de todas
porque sé dónde
descansan mis muertas
porque tuve un adiós aunque no esperado
Siento vergüenza
de mí misma
de contar y
nombrar los ausentes del pasado
de tejer la
mantilla del ahora
en un hoy que se
borda de millares de fotografías
y nombres de
desaparecidos
Siento vergüenza
de mi tristeza
de mi infame inútil
y egoísta tristeza
porque a quienes no
tenemos desaparecidos
nos queda el
pudor de sabernos privilegiados
de andar por la
vida con una tristeza insólita
en tierra de
masacres y desapariciones
como quien
construye su idea de felicidad o tristeza
sobre cimientos
de piedras de otros edificios
sobre las fosas
de miles de muertos
sobre los que
inventamos esta felicidad a medias
hipócrita y egoísta.
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