"Ciertas noches su piel se cubría de
fosforescencias y abrazarla era abrazar un pedazo
de noche tatuada de fuego. Pero se hacía también
negra y amarga. A horas inesperadas mugía,
suspiraba, se retorcía. Sus gemidos despertaban a
los vecinos. Al oírla el viento del mar se ponía a
rascar la puerta de la casa o deliraba en voz alta
por alas azoteas. Los días nublados la irritaban;
rompía muebles, decía malas palabras, me cubría
de insultos y de una espuma gris y verdosa.
Escupía, lloraba, juraba, profetizaba. Sujeta a la
luna, las estrellas, al influjo de la luz de otros
mundos, cambiaba de humor y de semblante de
una manera que a mí me parecía fantástica, pero
que era tal como la marea."
Fragmento de Mi vida con la ola, de Octavio Paz.
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