miércoles, 27 de julio de 2016

Web Cam, o la poética de los gestos vacíos.


El futuro nos alcanzó. La poética transita el ciberespacio hilvanando los instantes de la realidad virtual que se permean de implicaciones humanas, de emociones, dolor, desilusión.
La oscuridad en el off está imbricado de construcciones cargadas de significados, aquí el vacío no es inerte, más bien se ha transformado en un vacío cargado de signos y símbolos, de expresiones y gestos que se interpretan desde lo cotidiano y por un “alguien” lleno de necesidad de descifrar por la inexistencia de un otro inmediato que le dé certeza a su propia razón.

Web Cam es la atmósfera del ciberespacio, el lugar que no existe más que en la abstracción de lo humano donde cabe a su vez todo lo que existe y lo que se hace humano, palpable, con referencias y al mismo tiempo lugar para la referencia de la memoria. Las salas de chatroom como recuerdo y construyendo recuerdos en la memoria, en un lugar inasible para el ojo pero existiendo en el pensamiento.
Y es que el pensamiento humano es el único que construye los símbolos para existir y permanecer en el recuerdo, para transitar entre y a través de la tecnología que le permite hacer real a través de sonidos y multidimensiones su propia proyección para darse cuerpo, hasta un punto en el que se basta para alojar a los huérfanos de sus propios sueños y se alojan en el espacio virtual.
No se puede leer a Web Camp si sentir entre melancolía y lástima por la humanidad, de su soledad en la que ha inventado las máquinas para acompañarse un poco, por ese miedo a darse, abrirse, porque nada puede despojarlo del todo de su pulsión por el dar-ser,  y se ampara detrás del monitor donde solo existe para tener referencias en donde se inventa a un dios para no quedar del todo huérfano:
: soy un mesías a medias,
en mdio de la virtualidad del mundo
Really?
who knows &who fucking care!
Es un recorrido en el que, el pensamiento hace lo humano y así crea, no es la realidad con su belleza, es la abstracción de esa realidad lo que transforma -aún lo ficticio e inexistente- en lo poético.

Argentina Casanova






Para ti...




Para ti, que no necesito decir tu nombre... en otro tiempo, otra vida, otro planeta, en otro cuerpo, con otra esencia... te volveré a encontrar porque te encontré una vez...

La selva...

Otra vez la selva. El ardor de los árboles en el horizonte. Ir y volver tierra adentro, alejarse del mar. Perder el sentido que nos da el mar. 

Me pasa como a los delfines y a las ballenas, quedo varada apenas extravío el mar, me pierdo a mí misma y me vuelvo siendo otra yo.

La selva del sur tendría que ser un mapa para encontrarse a una misma siendo otra, la que es lejos del mar, la que es tierra y árbol, la que reconoce el arbusto que cura el mal de los riñones, la que sabe que el nido es de un pájaro llamado yuya. Pero esa otra, no soy yo, es mi ancestra que habla por mi boca, ella es la que sabe, yo solo sé de oídas. Por eso me pierdo...
El camino de vuelta siempre me hace pensar en el pasado, el lejano pasado de los ancestros, de esos hombres y mujeres que no conocí pero de los que formamos parte.
Pienso en la historia, en el pasado, está lleno de hombres y mujeres que vivieron, amaron, odiaron, vivieron intrigas y miedos, y sus actos, la suma de todos y cada uno dieron por resultado el presente que hoy tenemos...
Y pienso que así, mis actos, mis palabras, mis miedos y mis decisiones son parte de la historia de personas que no conozco ni conoceré, aunque no tenga hijos, sé que toda historia tiene un antes en el que intervienen personas que sin saberlo determinan... ¿existe el libre albedrío? ¿Qué somos? Realmente tenemos oportunidad de ser algo o solo contribuimos a la larga cadena de sucesos hacia una historia que no nos pertenece y solo podemos aferrarnos a la idea de que somos libres, de que nada nos es ajeno y que aun la decisión más pequeña y simple tiene -como el aleteo de la mariposa- un efecto en la historia de la vida de otras personas, otras generaciones, cuyos rostros quizá tengan algo del nuestro, algo de nuestro nombre, de nuestros dolores y miedos, de nuestros errores y valentías.
Prefiero pensar que "lo que ha de ser, será", que no puedo hacer nada por evitarlo, que solo me resta vivir como si realmente tuviera el control de la luna y el sol, de mi día y el sabor de la bebida que elijo, pero sé en el fondo que nada es lo que elijo, que todo es la suma de sucesos que alguien más ha decidido y yo vivo lo que ponen frente a mí, aunque crea que estoy eligiendo, siempre es lo que alguien más ha puesto o dejado, o permitido, o lo que se lleva consigo, o lo que trae, quien se queda y quien se va... pero yo al final hago lo mismo en la vida de otras personas y así, nada es nuestro ni nada es realmente una decisión propia.


domingo, 17 de julio de 2016



De algo ha de servir, este órgano, este corazón inútil en esta vida... No voy a dejarte nunca...

Con miedo y con calma... nos volveremos a encontrar

¿Para qué la vida?


¿Para qué la vida?

Desde niña observaba a las personas ancianas. Las miraba, observaba su piel, sus ojos, y esa extraña forma que tenía de comer lentamente, pero más que la gente joven, con un movimiento lento y evidente en la garganta...

Mi abuela me invitó a la celebración de su envejecimiento hace un par de años. Nada ha vuelto a ser igual, aunque nunca fui una convencida de la vida, de la existencia pues. Nunca tuve un vínculo con la vida, no la toleraba y se me hacía difícil hasta cumplir los 30 años.
Ahora a los 40 años, miro la vida diferente. He contabilizado algo así como 20 años más de cuerpo y de conciencia, en un proceso de envejecimiento o de "pérdida de la juventud", pero no quiero más.
No quisiera vivir más de 20 años, aunque es probable que cuando eso ocurra -si llego- quiera vivir más, eso dicen los que llegan a los 60 años.

La vejez no es nada hermosa, nada tiene de bello el envejecimiento del cuerpo, menos cuando el cerebro acumula información, se vuelve lúcido, tranquilo, pero luego empieza un agotamiento hacia la vejez más profunda.

Y justo recuerdo el consejo que todo  mundo da... vive tu vida, pero también pienso ¿qué es la vida? Es el trabajo, es la rutina, es el ir y venir, es la pasión, son los amores, ¿qué de todo eso es la vida? O es la suma de todo eso. ¿La conciencia?

El tiempo... el tiempo nunca alcanza, ni para los libros, ni para el trabajo, ni siquiera para perderlo frente al mar con una cerveza. Hoy frente al mar pensaba -no lo merezco- aún tengo trabajo por entregar, estoy rezagada con los pendientes laborales y no terminan por más que me esfuerzo, y ni siquiera alcanzan para algo más que cumplir y vivir, para tratar de cambiar o hacer algo por que no nos mate la inercia de este tiempo.

Soy yo. Al final no es él, ni es el otro, ni la otra persona, ni las otras mujeres y hombres, soy yo. Soy yo que no habito mi propio tiempo, soy yo que no termino de aceptar la finitud y busco en la palabra o en cualquier otra forma que mi cuerpo al morir no sea lo último de mí, ni siquiera lo hago conscientemente, creo que es ese algo que nos impulsa a nacer, aunque yo no quería.
Mi madre me contó que me resistí a salir, que me quedé más tiempo y el cordón se había enredado en mi cuello. Ya sabía yo que este mundo no era para mí, pero tampoco hay otro... y qué más da.
Observo el envejecimiento de mi abuela, a veces me enferma, a veces me enfada, a veces me deprime y otras la miro como mirarme a mí misma, y me consuelo de pensar que yo no necesitaré compañía, como lo necesita ella, que yo he estado acostumbrada al silencio, a toparme entre la casa con mi sombra, a hablar a solas, y que todos están habitando mi corazón y mi pensamiento, hace tiempo. No alimentes a los gatos que vendrán y serás "la loca de los gatos".
Recuerdo aquél poema:
"...invitaré a los amantes a asistir a la putrefacción del cuerpo, así como asistieron a la de mi espíritu..."
Estarán todos ahí, ese día, cuando yo muera, estarán todos y ninguno, estará solo el que se quede hasta ese día, el último como un recuerdo vivo.


viernes, 15 de julio de 2016

Un día cualquiera

Turquía se incendia
igual que ayer
igual que hace mil años
Turquía se incendia
porque Turquía es el mundo
porque el mundo es Turquía
Y yo vivo en México
y México arde
arde en Noxchitlán
arde en Zacatecas
arde en los cuerpos destazados que nadie nombra en Tamaulipas



De lo que se habla es de Niza
Los atentados que aún resuenan en los muros
Es París en aguacero
Es Madrid en la estación del metro
El mundo llora los muertos de las Torres
el mundo no se acuerda no nombra
el Congo y mucho menos los indios asesinados
El mundo ya no es mundo
es solo cosa humana
porque humana es la maldad
humana es la envidia y el egoísmo
humanos son los odios y los desengaños
Nadie es perfecto aunque lo sueñe
nadie pertenece a otro mundo
ni es diferente aunque lo crea
ni los genios ni los idiotas
ni siquiera unos son buenos y otros malos
solo existe la humana condición
Aquí no hay nada extraordinario.


jueves, 14 de julio de 2016

Rota, en boca ajena...

Rota:

4. adj. p. us. Dicho de una persona: Licenciosa,

libre y desbaratada en las costumbres y modo

de vida.



Foto: Tina Modotti.

domingo, 3 de julio de 2016

Solamente/ Alejandra Pizarnik

Ya comprendo la verdad

Estalla en mis deseos

Y en mis desdichas
Y en mis desencuentros
En mis desequilibrios
En mis delirios

Ya comprendo la verdad

Ahora
A buscar la vida.