martes, 29 de diciembre de 2015

EL CAMINO LENTO/ Marge Piercy


¿Qué pueden hacerte?
Lo que ellos quieran.
ellos pueden instalarse,
ellos pueden reventarte,
ellos pueden romper tus dedos,
ellos pueden quemar
tu cerebro con electricidad,
nublarte con drogas hasta
que no puedas caminar,
no puedas recordar,
ellos pueden tomar tu niño,
emparedar a tu amante.
Pueden hacer cualquier cosa,
que no puedes culparles por hacerlo
¿Cómo puedes pararlos?
Sólo puedes pelear,
Puedes negarte, puedes vengarte,
pero todo se te vendrá encima.

Pero dos personas peleando
hombro a hombro pueden esquivar
una mafia, una fila de personas avanzando de la mano
pueden romper un cordón, un ejército
puede enfrentar a otro ejército.

Dos personas pueden mantenerse
sanas, brindarse apoyo, convicción,
amor, masajes, esperanza, sexo.
Tres personas son una delegación,
un comité, un grupo de presión. Con cuatro
se puede jugar bridge y formar
una organización. Con seis
se puede alquilar toda una casa,
comer pastel en la cena sin
invitados, y armar una fiesta para recaudar fondos.
Una docena hacen una marcha.
Cien llenan un edificio.
Mil tienen solidaridad y su propio boletín;
diez mil, poder y su propio periódico;
cien mil, su propio medio de comunicación;
diez millones, su propio país.

Así sigue de a uno por vez,
comienza cuando a uno le importa
actuar, comienza cuando uno lo hace
otra vez y le dicen que no,
comienza cuando uno dice Nosotros
y sabe a quién se refiere, y cada día
significa uno más.

viernes, 25 de diciembre de 2015

ACERCA DEL VIVIR/Nacim Hikmet

I
El vivir no admite bromas.
Has de vivir con toda seriedad,
como una ardilla, por ejemplo;
es decir, sin esperar nada fuera y más allá del vivir;
es decir, toda tu tarea se resume en una palabra:
Vivir.
Has de tomar en serio el vivir.
Es decir, hasta tal punto y de tal manera
que aun teniendo los brazos atados a la espalda,
y la espalda pegada al paredón,
o bien llevando grandes gafas
y luciendo bata blanca en un laboratorio,
has de saber morir por los hombres.
Y además por hombres que quizás nunca viste,
y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y bella es
Vivir.
Es decir:
has de tomar tan en serio el vivir
que a los setenta años, por ejemplo,
si fuera necesario plantarías olivos
sin pensar que algún día serían para tus hijos;
debes hacerlo, amigo, debes hacerlo,
no porque, aunque la temas, no creas en la muerte,
sino porque vivir es tu tarea.

II
Sucede, por ejemplo,
que estamos muy enfermos;
que hemos de soportar una difícil operación;
que cabe la posibilidad
de que no volvamos a levantarnos de la blanca mesa.
Aunque sea imposible no sentir
la tristeza de partir antes de tiempo,
seguiremos riendo con el último chiste,
mirando por la ventana para ver
si el tiempo sigue lluvioso,
esperando con impaciencia
las últimas noticias de prensa.
Sucede, por ejemplo, que estamos en el frente,
por algo, por ejemplo, que vale la pena que se luche.
Nada más comenzar el ataque, al primer movimiento,
puede caerse cara a tierra, y morir.
Todo esto hemos de aceptarlo con singular valor,
y a pesar de todo, preocuparnos apasionadamente
por esa guerra que puede durar años y años.
Sucede
que estamos en la cárcel.
Sucede
que nos acercamos
a los cincuenta años,
y que faltan dieciocho más
para ver abrirse las puertas de hierro.
Sin embargo, hemos de seguir viviendo con los de fuera,
con los hombres, los animales, los conflictos y los vientos,
es decir, con todo el mundo exterior que se halla
tras el muro de nuestros sufrimientos;
es decir: estemos donde estemos
hemos de vivir
como si nunca hubiésemos de morir.

III
Se enfriará este mundo,
una estrella entre las estrellas;
por otra parte una de las más pequeñas del universo,
es decir, una gota brillante en el terciopelo azul,
es decir, este inmenso mundo nuestro.
Se enfriará este mundo un día,
algún día se deslizará
en la ciega tiniebla del infinito
-no como una bola de nieve,
no como una nube muerta-,
como una nuez vacía.
Desde ahora mismo se ha de sufrir por todo esto,
ha de sentirse su tristeza desde ahora,
tanto ha de amarse el mundo en todo instante,
se le ha de amar tan conscientemente
que se pueda decir: "He vivido"

lunes, 21 de diciembre de 2015

Respirar...

El sur del sur.


Vencer los miedos. Vencer el miedo que nos inoculan a las mujeres, vencer la sagrada línea de lo periférico y lo que está por “dentro” y abandonarlo. Hace algunos años una mujer en Turquía fue asesinada y todo en torno a la noticia era ¿Por qué viajaba sola? Y ese es el círculo concéntrico, los corrales del “privilegio” en el que se confiere a las mujeres.

Vencer el miedo, antes he viajado sola pero no por esta carretera, no tantas horas. Tomar el auto y andar por la carretera, por la más solitaria, la que no tiene pueblos y solo tiene selva y silencio. Mucho silencio. Los monstruos están adentro, no afuera. No hay jaguares en el día. Sin música porque olvidé el aparatito, así que solo canto, canto para mí, a todo grito, canto y lloro con la letra de esas canciones, qué tristes son y ni cuenta me había dado. Y sigo, manejo por horas y el camino parece no acabar, juraría que ya había pasado por aquí. O fue la vez pasada. El camino angosto, el camino de polvoso sascab, el sol en lo alto y la selva anunciando que un pueblo adelante nos cambia las geografías. Seguir la rutina de la revisión y la sonrisa forzada a los militares. El camino se ensancha pero mi corazón sigue apretujado. Voy hacia el Sur, más al sur y me alejo de todo menos de mí, de esta voz que se repite una y otra vez, que algunas veces se acalla y otras solo me acostumbro a ella. Aquí platicamos en paz en el silencio de este auto en movimiento. Cómo quisiera volver a recorrer esta carretera como aquella noche cuando vi el horizonte arder, era la quemazón de la zafra.
Los árboles y su verdor, ¿por qué es tan verde el sur?, me acerco más a la frontera, me aproximo a este México que se extingue por una frontera absurda y pienso en lo estúpidas que son las líneas fronterizas. A quién se le ocurre cortar un “brazo” de tierra, una península que sobresale y decir que aquí es México y allá es Belice. No lo entiendo.


El viaje de trabajo, la ciudad con sus amplias calles. No alcanzo a mirar el prometido letrero de “aquí termina México”, tampoco tenía muchas ganas de verlo. Chetumal se acaba pronto entre el compromiso del trabajo y el cansancio, ese que no se va desde hace tiempo, esa espalda que se conduele y me arrastra en su fatiga. Este cuerpo que ya no da.

martes, 15 de diciembre de 2015

Soñé


Soñé que nos abrazábamos
Yo en tu luz
tú en mi sombras
éramos el encuentro y


la armonía de las noches y los días
el eclipse y el colapso de planetas
entre las ramas de los arboles.

15 de diciembre 2015.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Autobiografía/Nazim Hikmet


Nací en 1902
no he vuelto nunca a mi ciudad natal
no me gustan los retornos
a los tres años en Alepo era nieto de bajá
a los diecinueve estudiante en la universidad comunista de Moscú
a los cuarenta y nueve otra vez en Moscú invitado por el Comité Central
y desde los catorce años soy poeta

hay hombres que conocen las diferentes clases de hierbas; otros, de peces;
                                                                                            yo, de separaciones
hay hombres que se saben de memoria el nombre de cada estrella;
                                                                                            yo, de nostalgias

he dormido en las cárceles y en los grandes hoteles
he conocido el hambre y también la huelga de hambre y no hay plato
                                                                                                                que no haya probado
a los treinta años quisieron ahorcarme
a los cuarenta y ocho quisieron concederme el Premio mundial de la Paz
                                                                                       y me lo concedieron
a los treinta y seis durante medio año sólo pude recorrer cuatro metros
                                                                                                  cuadrados de hormigón
a los cincuenta y nueve volé desde Praga a La Habana
                                                                       en dieciocho horas

no conocí a Lenin pero hice la guardia de honor junto a su féretro en 1924

en 1961 el mausoleo que visito son sus libros

han intentado alejarme de mi partido
                                                                             pero han fracasado
tampoco he sido aplastado por los ídolos caídos
en 1951 viajé por mar hacia la muerte con un joven camarada
en 1952 con el corazón cascado esperé la muerte durante cuatro meses

estuve locamente celoso de las mujeres a las que amé
no envidié a nadie ni siquiera a Charlot
engañé a mis mujeres
pero nunca hablé mal de mis amigos a sus espaldas

he bebido pero no soy un borracho
tuve la suerte de ganarme siempre el pan con el sudor de mi frente

si mentí fue porque sentí vergüenza ajena
por piedad
                       pero también he mentido porque sí

he montado en tren en avión y en coche
la mayoría no puede hacerlo
he ido a la ópera
                      la mayoría no puede ir y ni siquiera sabe que existe
sin embargo desde 1921 no voya muchos de los sitios
                      donde va la mayoría la mezquita la iglesia la sinagoga
                      el templo el curandero
                      pero a veces me gusta que me lean los posos de café

se me ha publicado en treinta o cuarenta lenguas
                        pero estoy prohibido en Turquía en mi propia lengua

hasta ahora no he tenido cáncer
tampoco es obligatorio
nunca seré primer ministro o algo parecido
tampoco me gustaría serlo
nunca he ido a la guerra
no he descendido a los refugios en medio de la noche
no he recorrido los caminos del exilio bajo el vuelo rasante de los avi0nes

pero me he enamorado ya cerca de los sesenta
camaradas en pocas palabras
hoy en Berlín aunque muerto de nostalgia
                                             puedo decir que he vivido como un hombre
pero los años que me quedan por vivir
                       y las cosas que puedan sucederme
                                                                     ¿quién lo sabe?

Esta autobiografía fue escrita en Berlín Oriental el 11 de setiembre de 1961
De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

sábado, 12 de diciembre de 2015

Tú compañía/ Roque Dalton

Tu compañía/Roque Dalton
(Para ti...)

Cuando anochece y tibia
una forma de paz se me acerca,
es tu recuerdo pan de siembra, hilo místico,
con que mis manos quietas
son previsoras para mi corazón

Diríase: para el ciego lejano
¿qué más dará la espuma, el polvo?

Pero es tu soledad la que puebla mis noches,
quien no me deja solo, a punto de morir.
Somos de tal manera multitud silenciosa...


sábado, 5 de diciembre de 2015

El amor ahuyenta el miedo

“El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma.”   Aldous Huxley (1894-1963) Novelista, ensayista y poeta inglés.

Prologar la vida/ Prólogo al libro Perjura Mujer, de Carmen Saavedra.



Argentina Casanova

La vida está llena de momentos, simples, sencillos, cotidianos, de esos de los que las personas dicen se llenan de hastío y de abrumadora llanez. Es a esos días, a esos instantes a los que Carmen Saavedra hace un poemario. La cotidiana existencia llena de poesía en este libro que ha titulado como Perjura Mujer, una obra que se complementa con otros dos libros y que se reúne como una propuesta fresca y sincera.

Si algo puede ofrecer una o un poeta en estos tiempos es su sinceridad, en la discusión entre el canon y la forma que busca ser premiada, la sinceridad suele ser el elemento valioso de toda obra poética, cada vez más escasa. Todo se escribe en la expectativa de la pretensión de algo, existir para trascender más que para existir.
En eso radica la belleza de este libro que reúne poemas escritos a lo largo de los últimos meses y quizá años de una mujer cuya vida forma parte de la obra poética que aquí se presenta, ¿y es que acaso hay otra forma de vivir la poesía?
Y soy la de los mil rostros
el monstruo, la medusa, la recién nacida,
me duele el miedo en la casa del corazón.

Los hombres en el pantano/ José Revueltas

Los hombres en el pantano

José Revueltas


La cuestión era escuchar algo vivo, y todos esperaban que este anhelado acontecimiento se produjera una vez más, de cualquier modo y como fuese, después de las dos ocasiones, ya tan lejanas al parecer, en que había ocurrido y en que esto los hizo respirar con un alivio cínico, puro y ruin, ahí metidos como estaban, con el agua cenagosa hasta el pecho.
Tres insoportables días de infierno, de silencio enloquecedor, las dos patrullas enemigas una frente de la otra, absolutamente nada más vigilándose, pero con una vigilancia ciega, que no disponía sino tan sólo de los ruidos para orientar el fuego de sus armas en medio del espeso manglar.
La primera ocasión fue cuando el cabo Frank Robles, de Arizona, comenzó a chillar como un estúpido y en seguida una ráfaga de plomo japonés lo hizo callar para siempre. La segunda fue en el otro extremo del pantano --a muy corta distancia y también durante el primer día--, entre los juncos donde estaba el enemigo: alguien que no pudo reprimir un acceso d tos, por lo visto alguien delicado de salud y susceptible a los resfriados, de los que, después de esto, ya no tendría oportunidad de contraer jamás ningún otro. Los dos hombres habían lanzado al morir un alarido espantoso --el de Arizona y el japonés a su turno respectivo--, un alarido que pareció reconfortar, tonificar de igual manera a los dos bandos, en aquella lucha de silencios, de inmovilidad absoluta, que era peor que cualquier otra cosa del mundo.
Se trataba únicamente de oírse, de oírse nada más, y no importaba que el grito representara una baja japonesa o norteamericana, sino que todos supieran, mediante ese grito, mediante esa muerte, que cada uno de ellos no estaba solo ni muerto sobre la superficie de la tierra.